Recuerdos de las ferias de los 50 y 60 29/08/02
RECUERDOS DE LAS FERIAS DE LOS CINCUENTA Y SESENTA
Cuando llegan estas fechas, primeros días de Septiembre, siempre recuerdo nuestra Feria, bueno las distintas ferias y verbenas que se celebraban en Melilla. Cuando era un andarríos, como mi abuela me decía, y estudiaba solfeo y tocaba el trombón de pistones en la banda que Don Julio Moreno dirigía en el Mantelete. Apenas salíamos de solfear y de “maltratar” a los grandes compositores, Luís Jiménez, mi primo Juan, Paco Roldán y mi menda, todos vestidos de limpio y con un duro en el bolsillo; bueno eso era el que podía, subíamos la escalera hacia el Torreón de la Cal y por la cuesta de los Aljibes llegábamos a la Plaza del Reloj o del Gobernador que era donde estaban los caballitos y todos los cachivaches de la verbena del Pueblo. Esa era la primera que disfrutábamos en Melilla, ¿ o era la de la Alcazaba ?, que corrijan.. Luego estaba la de Cabrerizas, la del Hipódromo y “Corea”; el baile de esta se hacía cerca de la playa. En la del Tesorillo se bailaba en el patio de Tracción Mecánica, junto al Parque de Bomberos y los cacharros estaban en la Plaza de Daóiz y Velarde y toda la calle de Fernández de Cuevas. En la del De Real bailábamos donde siempre, en la caseta situada detrás del colegio. Y en Septiembre, la grande, la de la Plaza de España, Marina, Coronel Seguí y Casa de Socorro; que para muchos melillenses siempre ha sido “Puesto de Socorro” . Donde el señor Isidoro prestaba sus servicios municipales. Detrás de este edificio había una escalera donde se accedía a una consulta de médicos para los empleados del Ayuntamiento. Tengo que decir que mi madre solo me llevaba cuando estaba empachado y lo único que le mandaba que yo tomara era una botella de Agua de Carabaña, de las que servían llenas de vino en la bodega de Casa Cruz en la calle de Margallo, frente a la relojería Alemana.
Entonces en Melilla habían tres bandas de música : la del Regimiento de Infantería Melilla nº 52, la Municipal que la dirigía un señor que vivía frente a la funeraria de Calderón. Lo recuerdo porque allí iban varios compañeros a tomar clases que los padres se lo podían costear. Desgraciadamente los míos y los de otros niños necesitaban el dinero para otros menesteres. Y luego estaba la nuestra, la de los flechas, que éramos cerca de treinta chavales y parecíamos noventa y si no que lo digan los guardias civiles que vivían en el cuartel del Mantelete que cada doce de Octubre, Patrona de la Guardia Civil y de Correos, le endiñábamos una diana floreada en los dos patios que sonaba en todo el Mantelete y en el mismísimo Casino Militar. Y hablando del Casino Militar, que entonces también se bailaba como en el Casino Español y la terraza del Hotel Rusadir donde la orquesta Trébol lo amenizaba con sus compases. Emilio, nacido en Extremadura que entonces era cabo primero del Ejercito, era el batería y también el jefe de la banda de cornetas y tambores de nosotros los flechas. Los cornetas y tambores ensayaban en la explanada de San Lorenzo, donde actualmente está la comisaría de policía. Al término del ensayo desfilaba desde el Puente del Mineral hasta la calle Medina Sidonia. De verdad que éramos una banda de música con sus tambores y cornetas que sonaba muy bien y todo gracias al esfuerzo de Don Julio Moreno.
El día de la Virgen del Carmen, que salía de la Iglesia Castrense, se procesionaba la imagen por toda la dársena pesquera hasta su encierro en la misma iglesia. En la fotografía que ilustra este articulo se puede ver en la primera fila a Don Julio como director, a su izquierda Pepe (de Filo), mi vecino de toda la vida, actual músico en la municipal; el del bajo-tuba es mi amigo Paco Roldán, músico militar que era capaz de tocar unas czardas con el mismo instrumento; el que acaricia el trombón de pistones, con apariencia de no haber roto plato alguno es el que les escribe, me sigue Antonio, (Ñoño), también de Filo (su madre se llama Filomena y parió cinco varones) y a su izquierda está Manolín, hijo de Don Julio, el de la óptica Anavitarte, con su sempiterno requinto. Los que no salieron en esta foto son Luís, fliscorno, (también de Filo) y mi primo Juan, trompa, el de mi tía Virginia. El del centro, otro de la calle de Castellón, con gafas ahumadas (qué chulo era el tío) y donde solo se le ve su cara redonda es Hilario. El “ pitufo “ de la trompeta y pantalón corto lo recuerdo como un niño muy aplicado y lleno de nobleza. El del helicón, creo que trabajó en la zapatería Méndez. Los demás deben disculparme si no recuerdo sus nombres, ellos si se ven reflejados en la fotografía se acordarán de aquéllos años cincuenta y los conciertos que dábamos en el templete del Parque Hernández. Las dianas floreadas que tocábamos por las calles mas céntricas, que mucha gente protestaba porque no íbamos a los barrios. Nuestras salidas eran a Nador, Tafersit, Drius, cuatro poblados mas y pare usted de contar. Ahora, que lo pasábamos la mar de bien.
Entonces como casi nadie tenía coche, en feria a todas partes íbamos andando, visitando bares para que nos pusieran una caña. En el bar “El Caracol”, junto a la droguería Vicente Martínez era nuestra parada obligatoria, cuando ya nos dejaban chatear como los hombres, porque ya teníamos 18 años y hacía poco que nuestras madres nos habían cambiado los pantalones cortos, y no era por nada malo sino que ya teníamos mas pelos en las piernas que un mono. “El Zaragoza” era otro bar que tampoco nos servía por ser menores de edad saliendo mosqueados por la puerta de López Moreno.
Y sobre la Feria, que no existía la de día, solo por la tarde y noche, era famosa la tómbola del Cubo, donde pregonaba los regalos un señor que hoy es alguien importante en la Ciudad. Bueno, tengo que decir que el regalo mayor de esta tómbola no era lo que metían en el cubo, sino el Cajón que también incluían un cubo. A mi madre, siendo yo pequeño le tocó ese cajón lleno de cosas que al llegar a la casa nos parecía el cuerno de la abundancia de tantos regalos como venía; hasta un jamón. En aquéllos tiempos un jamón era un lujo tenerlo en la casa de un chofer del Ayuntamiento.
Mi mujer y su amiga Aurelia, la esposa de Antonio Aznar, tienen una amiga común, feriante desde hace mas de cuarenta años. Era la que les regalaba pases para “EL Balansee” y se montaban en la noria de contrapeso en la feria del De Real. Amistad que aun perdura con nuestros recuerdos.
Que disfruten la feria y lo pasen bien.
Reciban un saludo.
Málaga 29 Agosto de 2002
Juan J. Aranda
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