Opinión 22/04/02
OPINIÓN AL HILO DE UN ¡BASTA YA!
Desde hace bastante tiempo estoy leyendo en este periódico las quejas de los vecinos de la calle Mar Chica sobre la ubicación del rastrillo o mercadillo, que por lo visto cuando acaban las operaciones del mercado las calzadas y aceras quedan llenas de basuras y cartones, imaginándome que los trabajadores de la limpieza esperarán pocas horas en limpiarlo todo, como es lógico. Igualmente pude observar a mujeres prostituyéndose en plena vía pública en el mismísimo paseo del barrio de Del Real, y no crean que eran las tantas de la madrugada, era en verano y a las nueve de la noche. Aquí en Málaga esas mujeres, que suelen ser subsaharianas y de Europa del este, practican la prostitución en el polígono industrial del Guadalhorce de jornada ininterrumpidas, viéndoseles desde las primeras luces del alba en pleno invierno vestidas en bragas y sostén asaltando coches a ver si pescan algún incauto. También a primeras horas de los lunes, la parcela de Martiricos, junto a la Escuela de Idiomas y el Parque de Bomberos donde se ubica el mercadillo, hace tiempo, quedaba hecha un asquito, siendo una vergüenza circular por la avenida de los Martiricos para ir a trabajar ver tanta suciedad acumulada debajo de unos eucaliptos centenarios; algo parecido a lo que observé una vez cerca de la Hípica, cerca de la frontera de Beni Enzar, en Melilla, todo lleno de cartones y basuras, pero aquí las autoridades malagueñas se pusieron a trabajar, que es su obligación, que para eso cobran de lo que pagamos con nuestros impuestos y las tardes de los domingos, ya no esperan al lunes, una brigada de trabajadores de Limasa, empresa de limpieza del Ayuntamiento malagueño deja esa parcela tal y como estaba por la mañana.
Pero la carta del sábado día 13 de Abril, firmada por las iniciales J.C.G.T con el título “ ¡ Basta ya ! ” en referencia a la inseguridad ciudadana en Melilla me ha dejado preocupado, mayormente por el S.O.S. que lanza el firmante de la carta. De verdad que lo que dice éste hombre, con una desesperación de súplica y pidiendo por favor que las autoridades tomen medidas urgentes ya que siguieron a su mujer hasta su casa “donde fue asaltada en el interior de la misma”. Dice con un gran enfado: “¿conseguirán ustedes (por los políticos) que al final nos tomemos la justicia por nuestras manos ? ” . No por Dios, eso, jamás, porque se convertirían también en delincuentes; déjenlo en manos de la policía que sabe mas que nosotros de todo lo referente a delincuencia y seguridad ciudadana. Créame querido J.C.G.T. que en todas las ciudades de la Península cuecen habas, pero como dice el dicho: “En la mía a calderadas”.
Yo le tengo al juez de menores de Granada, Don Emilio Calatayud, una gran simpatía por las sentencias que dicta, que mas bien parece un profesor castigando a un alumno revoltoso que un juez de menores. En “El País” del 19 de Abril se puede leer que éste juez condena a un senegalés a aprender castellano; la condena fue impuesta por la venta de discos “piratas” en plena calle. A otro chaval lo condenó, por conducir bajo los efectos del alcohol a pasarse un mes visitando la unidad de tetrapléjicos de un hospital para ver las consecuencias de un accidente. A otro que agredió a un compañero “porque lo miraba mal” , a limpiar los espejos de un banco; “así sabrá cuando se mira mal de verdad”, dice que comentó el juez. A otro que le había robado a una turista griega unas joyas valoradas en 320.000 euros también le obligó a estudiar, costeado por la propia turista que se ofreció compadeciéndose del muchacho. Dice el juez Calatayud que en los casos graves a los jóvenes hay que privarlos de libertad, pero a los que han cometido delitos menores hay que intentar que vuelvan a la sociedad. Yo desde ésta otra orilla, como mucha gente de bien, le doy mi apoyo a J. C.G. T. y le digo que confíe en las autoridades, que son las únicas que pueden arreglar el “entuerto” de la inseguridad ciudadana de Melilla.
John Galsworthy decía que la justicia se mueve por si misma, en cuanto se le acciona una vez; y Angelo Giuseppe Roncalli, el buen papa Juan XXIII, decía : “La justicia se defiende con la razón y no con las armas. No se pierde nada con la paz y puede perderse todo con la guerra”, esto último es mas bien la justicia que hagamos por nuestra cuenta como la ley de Linch. Y ya sabrán ustedes que el tal Linch inventó la aberración del linchamiento.
Reciban un saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 22 de Abril 2002

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