sábado, enero 28, 2006

Algunos chascarrillos 17/07/02

ALGUNOS CHASCARRILLOS

Releyendo “ Historias y Chascarrillos Malagueños” de Diego Ceano me he tomado la libertad de comentar algunos de ellos en estas páginas que se me brinda tan gentil y amablemente y sabiendo que los lectores de Melilla lo pasarán bien, lo mismo que yo cada vez que los leo. Por lo menos con lo que está cayendo una sonrisa no viene mal.
En la página 111 acabo de leer una historia que lleva por titulo :” El habla de nuestra tierra” y como para muchos melillenses esta tierra malagueña es también la suya desde hace siglos comprenderán la forma de hablar a que se refiere Ceano en su libro.
Cuenta que en una casa malagueña se encontraban dos mujeres vecinas merendando en la cocina, como tantas amas de casa suelen hacerlo entre buenas vecinas; y la anfitriona para agasajar a la invitada, que era de Valladolid, le ofreció un gran bizcocho confeccionado por ella misma, (como suele hacerlo mi esposa, además de verdad ). Al ver el bizcocho tan redondo y tan apetitoso, la invitada se deshizo en alabanzas sobre la calidad y lo apetitoso que estaba el pastel y claro le pidió a la anfitriona la receta del mismo. La invitada cogió papel y lápiz y comenzó a apuntar lo que la otra le iba dictando : “Pon tanto de harina, tanto de aceite, tanto de agua, de huevos, un yogourt, y de azúcar la que admita. Todo esto se lo dijo en un correcto y cerrado acento malagueño.
Días mas tarde la vecina que se llevó la receta le comentó a su amiga que no había podido hacer el bizcocho porque en toda Málaga no había encontrado uno de los ingredientes principales y era el azúcar “La Carmita”. La otra vecina se extrañó muchísimo y al rato comenzó a reír a carcajadas diciéndole : “ No mué que ezo no e una marca d´azuca, lo que yo te díe e que le pusiera la azuca c´armita “ (es decir la azúcar que admita ).
Dice Ceano que como este chascarrillo son frecuentes en el “País de la Olla” como algunos dan en llamar a Málaga.
Cuenta también que una chica inglesa que hacía intercambio de estudiantes se alojó en una casa de Málaga. La chica entendía bastante bien el castellano y lo comprendía a la perfección pero ignoraba que el malagueño y el castellano siempre andan peleándose y si le añadimos algunos modismos de exclusividad malagueños, cualquier extranjero se puede volver majareta. La inglesita no llegaba a entender cómo se puede “ gastar cuidado “ (tener cuidado) al cruzar una calle para que no te “coja“ (atropelle) un coche, como si los coches tuviesen manos o garras para cojerte, ni tampoco le daba el aprecio que aquí se le tiene al agua. Ante el gasto superfluo del líquido elemento por su parte al tardar tanto en la ducha la señora de la casa le aconsejó por favor que “mirara por el agua”; y a la hora de cenar y viendo que no acudía al comedor, fueron a su habitación y se la encontraron con un vaso de agua en las manos y mirando a través de él, o sea estaba mirando “ por el agua “.
En Melilla como en Málaga se suele decir la frase : “ Eres mas desgraciao que el Postigo de San Rafael, que todas las mañanas amanece cagao “. Cuentan en esta ciudad que en los años de la II República hubo un gobernador civil que no le gustaba esa frase tan despectiva hacia una calle tan céntrica como es la de San Rafael, donde en épocas de los árabes la ciudad estaba amurallada y tenía sus puertas y postigos como la Puerta del Mar, la de Atarazanas, Puerta Nueva, etc., y los postigos de Arance, de Juan Bollero, que era un señor que tenía bueyes, no que hiciera bollos, como mucha gente cree. El Postigo que nos ocupa es donde actualmente se encuentra la famosa bodega “La Raya”, junto al río Guadalmedina que cada vez que te sirven un vaso de vino, al repetir te lo cambian por otro limpio y reluciente. Estos vasos suelen tener como medida unas rayas pintadas para que el cliente pida una “rayita” o dos, según como le entre el caldo de Baco. Pero volvamos al postigo de San Rafael. Decía que en la II República el Gobernador Civil quiso que el famoso dicho dejara de existir y colocó varias farolas en la calle en cuestión para que nadie fuese allí a hacer sus necesidades al amparo de la oscuridad de la noche, y lo que ocurrió es que todo el que iba allí a jiñar a oscuras ahora con la luz de las farolas se llevaba un papel de periódico como lectura y también para su higiene de limpieza anal.
Esta anécdota me la explicó un señor anciano muy culto de sombrero y pajarita. Contaba que hizo la guerra de Melilla en 1921. El hombre disfrutaba contando cosas de su Málaga masticando un largo puro y lo hacía con esa gracia característica del malagueño criado entre su ciudad y Melilla. Tengo que decir que era un gran defensor de nuestra ciudad y cada vez que llegaba a la sucursal de Correos donde yo tenía mi destino, lo hacía pasar al interior para que se sentara y pudiera descansar sus huesos y también para que me fuera ilustrando de historias de las dos ciudades, unas veces eran erróneas y matizadas por ambos y otras acertadas pero al final siempre quedábamos para el día siguiente. Fue profesor y gran defensor de la Institución Libre de Enseñanza (I.L.E.). “Mira niño, yo soy un humilde maestro de escuela, enseñante de los valores humanos”, me decía a cada momento. Desgraciadamente dejó de visitarme y comprendí que había perdido un amigo anciano y sabio que se reunió con su querida esposa, fallecida hacía pocos meses.
Reciban un saludo




Juan J. Aranda


Málaga 17 de Julio de 2002