A Carlitos 24/12/02
A CARLITOS, UN MELILLENSE NACIDO EN MÁLAGA
En noviembre del 2001 yo escribía sobre el fatal alumbramiento de dos niñas melillenses, mellizas, nacidas en Málaga; digo fatal porque las dos fallecieron; una se quedó en el limbo de los niños chiquitillos antes de que la madre, Noelia, la pariera, la otra falleció al día siguiente de nacer, juntándose con su hermana para toda la eternidad en el sitio donde quisiéramos todos los mortales pecadores ir apenas se nos olvide de respirar. Los padres, melillenses, jóvenes, sanos, buenas personas, honrados, muy trabajadores, todo lo que los padres deseamos, como algunos tenemos la suerte de poseer hijos así, con grandes deseos de tener descendencia, como cualquier matrimonio, mira por donde, hace una semana Noelia ha parido un hermoso varón en el Hospital Materno Infantil en ésta ciudad de Málaga. La fortaleza de sus espíritus y su juventud han sido los elementos básicos para que volvieran a desear tener entre sus brazos otro hijo; que por cierto, es guapísimo .
Yo he tenido el privilegio de acompañar al padre, Carlos (soy su tío) a inscribirlo en el Registro Civil malagueño; qué menos que registrarlo en la ciudad que le dio el primer beso de luz, como a sus hermanas, hace ahora un año. Y ustedes se preguntarán, porqué Noelia ha tenido que ir a parirlo a Málaga, ¿es que en Melilla no se puede parir ?; a lo mejor es que en nuestra ciudad no hay esos “preparos” que existen en el Materno de Málaga o a lo mejor no se fiarían de cuando: “Mire usted que no me las siento”. “Nada, tú, tranquila, y reposo, mucho reposo ....”, y claro que con el aconsejado reposo del anterior embarazo una de sus hijas venía sin vida y la otra, que era una preciosidad, falleció al día siguiente. Todo esto que les cuento es para recordar la tragedia de hace un año y festejar la alegría actual, porque de verdad de la buena, es un alegrón, y también a los que han olvidado el juramento, aunque sea simbólico que le hicieron a Apolo, Esculapio y demás dioses y diosas de la medicina; me refiero a aquél Hipócrates que deseaba curar a los enfermos sin cobrarles nada; qué jilipollas, pobre hombre; aunque tengo que decir que en la actualidad existen, para el bien de la medicina, miles de esos “ilusos”, como el personal que ha atendido a Noelia en el hospital malagueño, hospital puntero de Europa en muchos campos de la medicina.
Y para cambiar un poco el tercio, y sin salir de la familia, tengo que decirles que tengo un nuevo amigo, y es el abuelo de Noelia y bisabuelo de Carlitos (desde hoy le llamaré asi: Carlitos). Este señor se llama José Jiménez López y junto a su hermano Leonardo eran jugadores de un equipo de fútbol del barrio de Del Real denominado “Tarrasa”. Si hay alguno de aquéllos años, cuarenta y cincuenta, creo que recordará el equipo con el nombre del pueblo catalán. Cerca del Matadero Municipal, en la calle Gurugú era donde se peleaban por el balón en sus tiempos mozos; que ya hace mas medio siglo. Cuando me dijo que tenía cumplidos 79 tacos de almanaque me pareció que estaba de broma, porque la verdad, nuestro amigo Pepe es un cachondo, con perdón y parece que comunión cumplida, tiene recién cobrada la jubilación, o sea, los sesenta y tantos. Mi amigo Rafalito dice que a los viejos de hoy en día parece que los conservan en formol; otro que se las trae con sus retrancas. Pepe, así es como le gusta que le llamen, mientras que su nieta traía a su biznieto a la vida, me contó que sus padres poseían una panadería en lo alto de la calle de La Legión, concretamente, en el número 72, llamada “El Moreno”; y ahondando mas en la panadería me dijo que antes se llamó “La Africana”, y ahí sí que me vino a la memoria de haber escuchado de niño que en el barrio de Del Real, en los años veinte, un taxista compraba cada día unos bollos deliciosos. ¿Se imaginan a un taxista de aquéllos años, montado en un Ford con estribos, con ruedas macizas, yendo a todo lo alto del barrio Del Real a por unos bollos de pan a la panadería “La Africana”? . Así era aquél hombre, otro bisabuelo de Carlitos, que hoy contaría los cién años.
Desde estas líneas deseo que Carlos y Noelia, mis sobrinos, sepan que un hijo es como una pregunta que le hacemos al destino, pero que si hacemos como decía Schopenhauer, que el destino mezcla las cartas y nosotros las jugamos, deben ser buenos jugadores porque han tenido buenos maestros que les enseñaron, sus padres.
Que el niño que nace cada 25 de Diciembre los bendiga y les de fuerzas y salud para verlo tan alto como el padre.
Reciban un cordial saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 24 de diciembre 2002
En noviembre del 2001 yo escribía sobre el fatal alumbramiento de dos niñas melillenses, mellizas, nacidas en Málaga; digo fatal porque las dos fallecieron; una se quedó en el limbo de los niños chiquitillos antes de que la madre, Noelia, la pariera, la otra falleció al día siguiente de nacer, juntándose con su hermana para toda la eternidad en el sitio donde quisiéramos todos los mortales pecadores ir apenas se nos olvide de respirar. Los padres, melillenses, jóvenes, sanos, buenas personas, honrados, muy trabajadores, todo lo que los padres deseamos, como algunos tenemos la suerte de poseer hijos así, con grandes deseos de tener descendencia, como cualquier matrimonio, mira por donde, hace una semana Noelia ha parido un hermoso varón en el Hospital Materno Infantil en ésta ciudad de Málaga. La fortaleza de sus espíritus y su juventud han sido los elementos básicos para que volvieran a desear tener entre sus brazos otro hijo; que por cierto, es guapísimo .
Yo he tenido el privilegio de acompañar al padre, Carlos (soy su tío) a inscribirlo en el Registro Civil malagueño; qué menos que registrarlo en la ciudad que le dio el primer beso de luz, como a sus hermanas, hace ahora un año. Y ustedes se preguntarán, porqué Noelia ha tenido que ir a parirlo a Málaga, ¿es que en Melilla no se puede parir ?; a lo mejor es que en nuestra ciudad no hay esos “preparos” que existen en el Materno de Málaga o a lo mejor no se fiarían de cuando: “Mire usted que no me las siento”. “Nada, tú, tranquila, y reposo, mucho reposo ....”, y claro que con el aconsejado reposo del anterior embarazo una de sus hijas venía sin vida y la otra, que era una preciosidad, falleció al día siguiente. Todo esto que les cuento es para recordar la tragedia de hace un año y festejar la alegría actual, porque de verdad de la buena, es un alegrón, y también a los que han olvidado el juramento, aunque sea simbólico que le hicieron a Apolo, Esculapio y demás dioses y diosas de la medicina; me refiero a aquél Hipócrates que deseaba curar a los enfermos sin cobrarles nada; qué jilipollas, pobre hombre; aunque tengo que decir que en la actualidad existen, para el bien de la medicina, miles de esos “ilusos”, como el personal que ha atendido a Noelia en el hospital malagueño, hospital puntero de Europa en muchos campos de la medicina.
Y para cambiar un poco el tercio, y sin salir de la familia, tengo que decirles que tengo un nuevo amigo, y es el abuelo de Noelia y bisabuelo de Carlitos (desde hoy le llamaré asi: Carlitos). Este señor se llama José Jiménez López y junto a su hermano Leonardo eran jugadores de un equipo de fútbol del barrio de Del Real denominado “Tarrasa”. Si hay alguno de aquéllos años, cuarenta y cincuenta, creo que recordará el equipo con el nombre del pueblo catalán. Cerca del Matadero Municipal, en la calle Gurugú era donde se peleaban por el balón en sus tiempos mozos; que ya hace mas medio siglo. Cuando me dijo que tenía cumplidos 79 tacos de almanaque me pareció que estaba de broma, porque la verdad, nuestro amigo Pepe es un cachondo, con perdón y parece que comunión cumplida, tiene recién cobrada la jubilación, o sea, los sesenta y tantos. Mi amigo Rafalito dice que a los viejos de hoy en día parece que los conservan en formol; otro que se las trae con sus retrancas. Pepe, así es como le gusta que le llamen, mientras que su nieta traía a su biznieto a la vida, me contó que sus padres poseían una panadería en lo alto de la calle de La Legión, concretamente, en el número 72, llamada “El Moreno”; y ahondando mas en la panadería me dijo que antes se llamó “La Africana”, y ahí sí que me vino a la memoria de haber escuchado de niño que en el barrio de Del Real, en los años veinte, un taxista compraba cada día unos bollos deliciosos. ¿Se imaginan a un taxista de aquéllos años, montado en un Ford con estribos, con ruedas macizas, yendo a todo lo alto del barrio Del Real a por unos bollos de pan a la panadería “La Africana”? . Así era aquél hombre, otro bisabuelo de Carlitos, que hoy contaría los cién años.
Desde estas líneas deseo que Carlos y Noelia, mis sobrinos, sepan que un hijo es como una pregunta que le hacemos al destino, pero que si hacemos como decía Schopenhauer, que el destino mezcla las cartas y nosotros las jugamos, deben ser buenos jugadores porque han tenido buenos maestros que les enseñaron, sus padres.
Que el niño que nace cada 25 de Diciembre los bendiga y les de fuerzas y salud para verlo tan alto como el padre.
Reciban un cordial saludo.
Juan J. Aranda
Málaga 24 de diciembre 2002
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