viernes, enero 20, 2006

Al hijo de Abdelkrim Jatabi 07/02/02


                                       AL  HIJO  DE  ABDELKRÍM  JATABI


Apuntarse al carro del protagonismo sin que le cueste a uno un duro es estupendo y mas si hace ochenta años que ocurrieron los hechos que se refiere Said Jatabi, hijo del rebelde independentista Abdelkrím.  Por medio de una carta a dos diarios marroquíes en árabe “Bayan al Yom”, órgano del antiguo partido comunista y de “Al Alam”, del nacionalista Istiqlal, pide a España una indemnización por el uso de “armas tóxicas” en la guerra de pacificación del Rif; por pedir que no quede, faltaría mas.  “España debe ahora compensarlo y ayudar en serio a la región a recuperar las oportunidades perdidas durante la colonización”.  Éstas palabras las debía pronunciar en Alhucemas en un congreso de la Asociación de Víctimas de las Armas Tóxicas en el Rif.   De verdad que es la primera vez que leo algo referente a dicha asociación.  El caso es que el Ministerio del Interior de Marruecos prohibió ésta reunión.  Dice “El País”, que es donde lo he podido leer, que Ilias Omari, presidente de la asociación, sospecha que la prohibición del gobierno de Marruecos es debido a que “no desea echar mas leña al fuego”, ya que las relaciones entre los dos piases están que hacen fu, como los gatos.  Hay quien piensa, y creo que no va muy descaminado, que el gobierno marroquí no desea ver a esa asociación por las connotaciones nacionalistas e independentistas rifeñas que encabeza Omari.   También, éste señor, insiste en que la antigua potencia colonial (España) debe pedir perdón por los crímenes cometidos.  
En el mismo diario “El País” Ali Lmrabet, director de la revista “Demain” dice : “Que puestos a pedir indemnizaciones habría también que hacerlo por el uso de napalm por el ejército marroquí durante la guerra de 1956-1958”.
Los soldados españoles muertos en combate que están sepultados en La Purísima tuvieron algo de suerte al ser enterrados cristianamente, si es que a eso se le puede llamar suerte, pero los que quedaron en los campos, muertos e insepultos para pasto de las alimañas como en Annual, famoso por ser el campamento general y donde el cadáver del General Fernández Silvestre no fue encontrado; Izumar, Dahar Buiyan, Igueriben donde cayeron el comandante Benitez y las fuerzas que le acompañaban, Abarrán con su monte pelado y desprovisto de defensa alguna en el río Amekrán; Nador donde en su fabrica de harina resistieron un puñado de españoles; Zeluán, Dar Drius, Tafersit, Batel, última parada del ferrocarril, Tistutin con su pozo nº 2; Monte Arruit donde se cubrieron de gloria los soldados que se entregaron a las fuerzas del rebelde e independentista, asesinándolos a continuación mientras iban saliendo desarmados e indefensos por la puerta del campamento. Éstos poblados son los mas nombrados porque están en la línea del ferrocarril pero en Tamasusi, Tzayudait, Bu Hafora,Yebel Udia, Haf, Mezaíta, Sidi Yagub en el río Gan; el monte Mauro rodeado de los pueblos Sidi Abdalah, Dar Quebdani, Terbibia en Beni Said.  La lista se haría eterna como el recuerdo a la memoria de tantos héroes caídos.   Como dice el periodista Ali Lmrabet, puestos a pedir, yo reivindico, y por reivindicar que no quede, para los soldados españoles a los responsables rebeldes que masacraron en Monte Arruit e Izumar, principalmente, y en todas las poblaciones que ocurrieron los hechos, una indemnización como reparación por los daños causados a tantas familias españolas que padecieron la perdida de algún ser querido hace ahora ochenta años.  Ya se que mi petición es utópica pero, como hacen los pescadores, yo echo la red y si algo cae, bueno es.
Ante todo esto, utópico o no, yo aconsejo que lean algo de: “Abdelkrím y la Guerra del Rif” de David S. Woolman; la novela histórica “El Desastre de Annual” de Fernández de la Reguera y Susana March; “Melilla y Ceuta en la encrucijada de Gibraltar” de Jesús F. Salafranca; “Los españoles ante las campañas de Marruecos” de Andreé Bachoud y “Annual 1921” de Manuel Leguineche.  La objetividad de Leguineche, aunque padece de algún error histórico, como el del soldado que dijo que el Moro Gato era un asesor de Abdelkrím, siendo en realidad del General Marina en la campaña de 1909 y buen amigo de España, a pesar de que un tal Farreni, soldado de la Disciplinaria le cortara las orejas siendo fusilado éste por consejo de guerra sumarísimo por el General Don Arsenio Martinez Campos.    
Del 16 de Enero al 6 de Abril de 1906 se celebró en Algeciras la célebre conferencia que lleva su nombre, siendo uno de los acontecimientos  mas importantes del siglo XX, por sus connotaciones posteriores ya que se reunieron las grandes potencias europeas que se entrevistaron previamente en Madrid.  Los países reunidos fueron: España, Marruecos, Dinamarca, Alemania, Gran Bretaña, Francia, Italia, Estados Unidos, Austria-Hungria, Bégica, Paises Bajos, Portugal, Rusia y Luxemburgo.  Todo lo que se firmó en aquéllos días ya estaba pactado; los acuerdos franco-inglés y franco- italianos que dejaban a Francia la libertad de acción en Marruecos, con el reconocimiento de algunos derechos de España, firmándose en 1904 y ratificándose secretamente en 1905, solidarizándose ambas en los conflictos que pudiesen originarse en la parte septentrional de Marruecos.  En realidad en la Conferencia se ventilaba el predominio de Francia e Inglaterra, en cuya dinámica entraba España como una pobretona, recogiendo solamente las migajas.  Alemania, ayudada por Austria, se opuso a todos los argumentos de franceses e ingleses; sabían los alemanes que su influencia en Marruecos tenía los días contados, pero nuestro ministro de Estado, Duque de Almodovar, hizo gala de sagacidad y prudencia y recogió las sobras (Hueso de Yebala) que nos dejaban Francia e Inglaterra, llevando a buen término la Conferencia.  Que remedio le quedaba si no teníamos nada mas que buenas intenciones.
El 30 de Marzo de 1912 se firma un Tratado por el cual a España le pertenece el 5 %  de Marruecos y 750.000 habitantes, y a Francia 450.000 kms. cuadrados y 5.000.000 de habitantes. La diferencia, como verán, es notoria.  Hay una frase del historiador vasco, Azpeitia, respecto a los recortes  que hacía Francia a España en el Rif : “ El rico bocado de Taza, los fértiles campos de Werga, y las llanuras con tantas riquezas escondidas del Garb, todo se iba perdiendo en sucesivos tratados, y España se quedó con el hueso de Yebala y la espina del Rif.
Esto es a modo de reflexión de cómo estaba nuestra nación por aquéllos tiempos, cuando nuestra vecina del norte partía nuestro bacalao junto con los hijos de la Gran Bretaña.
Mi recomendación es que lean la historia de quinientos años de vecindad y observaran que nuestro país siempre ha ayudado al hermano chico, como ahora se dice.  Por remontarnos a los siglos XVIII y XIX,  comprueben la carta que el Emperador Sidi Mohamed envía, el 19 de Septiembre de 1774, a nuestro Carlos III declarándonos la guerra, atacando las Plazas sin romper el Tratado de 28 de Mayo de 1767,  solamente por tierra, para no perder la amistad con España y hacerle el juego a su vecina Argelia. O sea que por tierra éramos enemigos y por el mar debíamos comernos a besos.  Así que Carlos III, indignado, le declara la guerra y ocurrió lo del famoso Sitio de Melilla.  También léanse el Tratado de Paz que firmaron nuestro General O’donell y Muley Abbas el 23 de Febrero de 1860: “.... la insistencia con que pedía la paz y su condición de Califa y la dignidad con que soporta su desgraciada suerte me movieron a rebajar a 20 millones de duros la indemnización; no me pareció generoso para mi patria humillar a su enemigo que si se reconoce vencido dista mucho de ser despreciable...”.   Cuando se rindieron en  Monte Arruit, después de trece días de asedio, los soldados españoles desarmados, lo que recibieron éstos, por parte de las “tropas” del padre de Said Jatabi fueron tiros y bayonetazos a mansalva en las mismas puertas de la posición.  ¿ Pedimos para éstos soldados alguna reparación de guerra ? .
Y referente a los “crímenes” cometidos por España me remito a lo que decía Herodoto : “Ningún hombre es tan tonto para desear la guerra y no la paz; pues en la paz, los hijos llevan a sus padres a la tumba, y en la guerra son los padres quienes llevan a sus hijos a la tumba”.
Dejemos tranquilos a los muertos que bastante sufrimiento padecieron por ambas partes y miremos al futuro entre todos.
Reciban un saludo.





                                        Juan J. Aranda

                                        Málaga 7 Febrero de 2002