Cariñosamente a Paco Casaña 04/02/02
CARIÑOSAMENTE A PACO CASAÑA
Hay que ver lo contento que se pone uno cuando le dedican un poema como el de Paco Casaña sobre mi escrito del 3 de Enero. De verdad que se lo agradezco de todo corazón. Yo soy así, qué quieren que les diga. Ser agradecido es de bien nacido, y lo digo sin retranca.
Ahora que el poema tiene un titulo, “Replica a un emigrante” que, según mi modesto parecer, es un poco peyorativo, y me explico: Todas las acepciones de las palabras, emigrante, emigración, emigrado, emigrar y emigratorio; todas ellas se refieren a las personas que residen fuera de su patria, ya sea por circunstancias políticas, de trabajo o cambiar de clima periódicamente algunas especies animales, por exigencia de la alimentación o reproducción; por ejemplo las golondrinas o los flamencos de Fuentepiedra (Málaga). Pero en la acepción 3ª de la palabra Emigrar, del R.A.E., por extensión se puede leer: ”Abandonar la residencia habitual, trasladándose a otra, dentro del propio país, en busca de mejores medios de vida”. Si es por esa acepción, que no lo creo, digo que he sido funcionario de Correos durante 38 años y como es natural, lo mismo lo era en Cartagena, Alcalá de los Gazules que en Melilla; por eso, lo de buscar mejores medios de vida, creo, y me parece que creo bien no es mi caso. Y a continuación viene lo de la palabra “Acedera” que me dedica en el primer verso. Dice que mi crítica es un brote de acedera, y como sabe muy bien las hojas de ésta planta tienen un sabor agrio debido al bioxalato potásico que contiene, sirviendo para condimentar las ensaladas sustituyendo al clásico vinagre. Pero también sirve para quitar manchas de tinta en las telas y para limpiar utensilios de cobre; también la raíz seca le apetece al ganado lanar, caballar, vacuno y a los cerdos. En fin que mi crítica le ha parecido a Casaña algo avinagrada, pero menos mal que mi argumento, dice, es limpio y aseado. ¡Ah!, eso si, limpito y oliendo a agua de olor, como mi abuela llamaba a la colonia, (Juanito, ven que te eche un poquito de agua de olor). Pobrecita, cuanto me acuerdo de ella.
Con todos los respetos y además con el aprecio a alguien que escribe poesía me dice que Melilla la llevo por montera : “Una Melilla siempre por montera/ igual que la que luzco entusiasmado”. Yo se que esto lo dice con todo el cariño, como melillense y porque sabe mi amor, como el suyo, por nuestra ciudad, pero aparte de llevarla por montera yo la llevo en el alma como hijo bien nacido de sus entrañas.
Entiende mi decir de ésta orilla y piensa como yo si lo hace desde fuera; y sigue diciéndome que me acerque una mijilla (miajilla decía el de la boina y el bastón) a Melilla y hacer esa tristeza mas ligera. Bueno, tengo que decir que me acerco cada vez que puedo, y no me parece ver tristeza en la gente, al contrario, los veo mas alegres y “contenturrios”. Veo una ciudad dinámica y cambiante, para bien, en todos los aspectos y si me apuran la veo mas guapa y linda que cuando éramos niños, entonces con las necesidades de la posguerra incivil, la segunda guerra mundial y todos los etcéteras colaterales que había en España. Ya sea por el motivo que sea el caso es que los de ésta orilla apreciamos los cambios desde una perspectiva mas realista que los que viven en la ciudad. En un escrito de hace algunos meses yo decía, con todos los respetos del mundo, que a algunos melillenses residentes en la ciudad habría que cambiarles el “pelo de la dehesa” chauvinista y que pensaran que viven en una ciudad como cualquiera de la Península, con la problemática de que es una ciudad frontera que lleva cinco siglos aguantando los avatares y dimes y diretes de nuestro vecino. Pero eso es muy natural entre vecinos que “están condenados a entenderse”.
El fenómeno de la inmigración (no asistida) es algo que nos atañe a todos, y principalmente a los políticos que son los que deben solucionar la papeleta. Así amigo Casaña, agradezco tus versos hacia mi modesta persona y te deseo lo mejor.
Recibe un cordialísimo saludo, pero sin acedera, ¡eh!.
Juan J. Aranda
Málaga 5 Enero 2002
Hay que ver lo contento que se pone uno cuando le dedican un poema como el de Paco Casaña sobre mi escrito del 3 de Enero. De verdad que se lo agradezco de todo corazón. Yo soy así, qué quieren que les diga. Ser agradecido es de bien nacido, y lo digo sin retranca.
Ahora que el poema tiene un titulo, “Replica a un emigrante” que, según mi modesto parecer, es un poco peyorativo, y me explico: Todas las acepciones de las palabras, emigrante, emigración, emigrado, emigrar y emigratorio; todas ellas se refieren a las personas que residen fuera de su patria, ya sea por circunstancias políticas, de trabajo o cambiar de clima periódicamente algunas especies animales, por exigencia de la alimentación o reproducción; por ejemplo las golondrinas o los flamencos de Fuentepiedra (Málaga). Pero en la acepción 3ª de la palabra Emigrar, del R.A.E., por extensión se puede leer: ”Abandonar la residencia habitual, trasladándose a otra, dentro del propio país, en busca de mejores medios de vida”. Si es por esa acepción, que no lo creo, digo que he sido funcionario de Correos durante 38 años y como es natural, lo mismo lo era en Cartagena, Alcalá de los Gazules que en Melilla; por eso, lo de buscar mejores medios de vida, creo, y me parece que creo bien no es mi caso. Y a continuación viene lo de la palabra “Acedera” que me dedica en el primer verso. Dice que mi crítica es un brote de acedera, y como sabe muy bien las hojas de ésta planta tienen un sabor agrio debido al bioxalato potásico que contiene, sirviendo para condimentar las ensaladas sustituyendo al clásico vinagre. Pero también sirve para quitar manchas de tinta en las telas y para limpiar utensilios de cobre; también la raíz seca le apetece al ganado lanar, caballar, vacuno y a los cerdos. En fin que mi crítica le ha parecido a Casaña algo avinagrada, pero menos mal que mi argumento, dice, es limpio y aseado. ¡Ah!, eso si, limpito y oliendo a agua de olor, como mi abuela llamaba a la colonia, (Juanito, ven que te eche un poquito de agua de olor). Pobrecita, cuanto me acuerdo de ella.
Con todos los respetos y además con el aprecio a alguien que escribe poesía me dice que Melilla la llevo por montera : “Una Melilla siempre por montera/ igual que la que luzco entusiasmado”. Yo se que esto lo dice con todo el cariño, como melillense y porque sabe mi amor, como el suyo, por nuestra ciudad, pero aparte de llevarla por montera yo la llevo en el alma como hijo bien nacido de sus entrañas.
Entiende mi decir de ésta orilla y piensa como yo si lo hace desde fuera; y sigue diciéndome que me acerque una mijilla (miajilla decía el de la boina y el bastón) a Melilla y hacer esa tristeza mas ligera. Bueno, tengo que decir que me acerco cada vez que puedo, y no me parece ver tristeza en la gente, al contrario, los veo mas alegres y “contenturrios”. Veo una ciudad dinámica y cambiante, para bien, en todos los aspectos y si me apuran la veo mas guapa y linda que cuando éramos niños, entonces con las necesidades de la posguerra incivil, la segunda guerra mundial y todos los etcéteras colaterales que había en España. Ya sea por el motivo que sea el caso es que los de ésta orilla apreciamos los cambios desde una perspectiva mas realista que los que viven en la ciudad. En un escrito de hace algunos meses yo decía, con todos los respetos del mundo, que a algunos melillenses residentes en la ciudad habría que cambiarles el “pelo de la dehesa” chauvinista y que pensaran que viven en una ciudad como cualquiera de la Península, con la problemática de que es una ciudad frontera que lleva cinco siglos aguantando los avatares y dimes y diretes de nuestro vecino. Pero eso es muy natural entre vecinos que “están condenados a entenderse”.
El fenómeno de la inmigración (no asistida) es algo que nos atañe a todos, y principalmente a los políticos que son los que deben solucionar la papeleta. Así amigo Casaña, agradezco tus versos hacia mi modesta persona y te deseo lo mejor.
Recibe un cordialísimo saludo, pero sin acedera, ¡eh!.
Juan J. Aranda
Málaga 5 Enero 2002
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